Juan a los mandos de una de nuestras Tecnams
Después de ir a distintos aeródromos preguntando precios, tipos de pistas etc., evaluamos los pros y los contras y decidimos apuntarnos a Loring.
Quedamos un día entre semana y nos fuimos para allá a apuntarnos. Hablamos con Rafa, el instructor, que nos inscribió dentro de su fichero de alumnos.
De pronto Rafa (el instructor) dijo: ¿Quién es el primero? Nos miramos los dos con cara de no saber nada, y en vista de que dudábamos me cogió Rafa por banda y cuando me quise dar cuenta estaba sentado en la cabina con el cinturón abrochado, la cabina cerrada y asegurada, siguiendo las instrucciones de la cartilla de comprobación. Nos pusimos en posición de despegue, despegamos y cuando me quise dar cuenta estaba volando, con la palanca en una mano, los gases en la otra y recibiendo broncas del instructor (Ay, la bola). Dimos un par de vueltas alrededor del aeródromo y aterrizamos.
Mi bautismo de vuelo fue tan 'peculiar' que realmente no me acuerdo muy bien, sólo las sensaciones: primero sorpresa (no esperábamos volar ese día), luego un poco de miedo al despegar, una alegría y una paz tremenda amenizada por los regaños del instructor y un poco más de miedo al aterrizaje. ¡Ah, se me olvidaba! ¡¡¡Una sonrisa de oreja a oreja cuando bajé del avión!!!
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